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Animal de nieve

 

Una lección de literatura no se tiene a mano todos los días: una perla inesperadamente súbita, frases cortas, filosas, asertivas y truncas, inscriptas en una estructura amplia, desprovista de ataduras, a veces velada por una capa de oscuridad, a veces diáfana. 

Por momentos afloran oraciones huérfanas de verbos, líneas tajantes: piedras en el camino a los ojos de lector. Sin embargo, cargadas de una lírica medida, misteriosa, y de una belleza envidiable, empujan la historia hacia adelante.
 
A pesar de que la narrativa, demasiado aletargada en el pretérito imperfecto pareciera estancar el movimiento, surge de inmediato el contrapunto de un pasado simple, sencillo, y precisamente a partir de ahí la acción renace poderosa, con violenta energía trepando por la intimidad de los personajes.

¿Solo la forma? No, por supuesto que no.  El contenido está íntimamente imbricado con ella y sería imposible separar uno de otra. Hay una tensión subterránea abarcadora, un cielo de inquietud que perturba, la sensación de peligro inminente, el borde de un precipicio en el desaire de una mirada, de un reto, de una confrontación más allá de las jerarquías —por ejemplo, entre adultos y alumnas—, de un misterio o de una tragedia en la penumbra de la memoria colectiva. 

En primer plano lucen los comportamientos de las niñas del prestigioso colegio, la presencia en apariencia equívoca del profesor de música y el secreto origen de la particular directora. En especial, se destaca la fuerza de las pupilas mayores —las adolescentes—, en su vertiente genuina y descarnada. El paisaje actúa como tenue telón de fondo. 

Las descripciones —como escueto soporte de las escenas— reúnen elementos obtenidos con la aplicación de pocas pinceladas: el interior y el exterior del predio de la casa de estudios; la magnificencia del lago de las bailarinas; la metamorfosis de la vegetación y la fauna cambiante de las estaciones del año. Se trata sin duda de una marca de estilo: la naturaleza trabajando sobre los vericuetos fundamentales de la trama.

Atrapado por el magnetismo, el texto se lee de un tirón. De haber caído en manos de Jakob Mendel —el de los libros—, este hubiese consumido sus páginas en menos de un día. 

Si el arte de Dara ha descollado en la fotografía acumulando miles de seguidores, captando el interés de ellos con las imágenes de su mundo extraño (cuerpos mágicos, niños de miradas crueles, escenas hipnóticas, animales heridos, la rareza del acto en el instante), entonces, en esta novela se producirá un similar efecto en quienes gustan de la buena prosa, de la original manera de contar, del manejo discursivo de las voces, del insistir en lo importante y descartar lo obvio, lo intrascendente, lo banal.

Según las propias palabras de la autora:

«Mi modo de escribir es visual, poética y profundamente atmosférico. Me gusta construir a mis protagonistas desde los paisajes, en los gestos aparentemente pequeños que se guardan dentro lo extraordinario. No es una escritura abierta y clara, de diálogos, sino construida por medio del silencio y lo velado».


Novela: ANIMAL DE NIEVE

Autora: Dara Scully

Nacionalidad: española

Editorial: Caballo de Troya 

Año de publicación: 2020


Cuentos vagabundos - Escarcha



"Una vez que la escarcha cruje por la presencia de la ternura, es inevitable que se comience a derretir".

Diecinueve cuentos integran esta Antología (la tercera tras "El sonido de la tristeza" y "Páginas Barrocas") del escritor argentino Raúl Ariel Victoriano. Diecinueve historias aparentemente heterogéneas conectadas sin embargo todas ellas por el relato de pequeños y casi siempre inadvertidos dramas cotidianos, a medio camino sus protagonistas entre la fatalidad y la esperanza, atravesadas sus vidas por una tristeza serena sin rastro de amargura.

Desamparo, soledad, pérdida, dolor, resignación pero también inocencia, compasión, ingenuidad, emoción y sentimiento es lo que encontramos en estos relatos. La belleza que ocultan las rutinas, la indefensión y la ternura que late en la vejez, la inmortalidad del amor, la escritura como redención...

Con una prosa bellísima y una sensibilidad muy especial, nos enreda el autor en melancolías y nostalgias y nos introduce poco a poco en un mundo emocional muy potente, a un tiempo dulce y desgarrado, que encoge el alma.

Marta Navarro


Esta reseña fue publicada por Marta Navarro en su blog Cuentos vagabundos en diciembre de 2018. También la podés leer aquí.

La frontera móvil


Hay mil deseosos de poner cemento en los zapatos
de los que caminan a diez centímetros del piso

Sebastian se pone de pie y a mí me parece que en esa posición no mira a ningún rostro en particular de quienes estamos aquí. Vinimos a verlo y aguardamos esperando con ansiedad la palabra por decir. 

Su voz potente invade con parsimonia las paredes silenciosas. Explica sus letras como el resultado de una búsqueda expresiva concluida en un descubrimiento.

Abre el libro, lo sostiene con una sola mano y observa el fondo del local mirando abstraído con las pupilas apuntando hacia la nada. O tal vez se trate de otra cosa y sea parte de una ceremonia misteriosa para examinar la trastienda de su pasado.

Gesticula al leer con el brazo extendido como si estuviera soltando pájaros entre sus dedos. 

Dentro de las buriladas oraciones del rico léxico de los versos que declama, a pesar de mi imposibilidad de acertar acerca de los motivos de su origen, me arriesgo a imaginar cuotas de dolor, amor, y un ovillo de sentimientos propios y colectivos, desazones, pero también esperanzas.

Tiene el don de la poesía. 

Condensa, enlaza, eslabona, unos tras otros, los sólidos pensamientos, en largas cadenas de frases envidiables. Las escucho trepidar como anclas de buques gigantescos soltadas sin violencia sobre campos de flores maravillosas. Con ellos teje la trama de su lírica para diseminar su savia literaria en esta maravillosa tierra de desvelados soñadores de papel.

Envidio sanamente el derrotero por el cual nos conduce, en ascenso a la cumbre, desde donde expone con crudeza, tanto la fragancia como el frío de la muerte. Enumera, trabaja los tiempos verbales, los sustantivos, la contemplación y el movimiento. 

Me deja los signos. Me pregunto si sabré interpretar estos mismos versos que él ahora recorre —abriendo los brazos con serena vehemencia—, cuando yo esté solo en mi cuarto, con mi solitario murmullo, a la luz amarillenta de mi lámpara, aportando mi propia intensidad, recorriéndolos con mis íntimas emociones. No sé si seré capaz de modelar a mi manera y con mis propias claves los tesoros del goce estético que él estampó en las páginas escritas.

Cuando termina, le dejamos el aplauso y salimos. 

Los muros de este café acogedor del barrio de Palermo quedan empañados con la voz de mi amigo el poeta Sebastian Elichiry. No solo ha terminado de presentar su poemario “La frontera móvil” sino que hace un rato supo abrir el libro para declamar algunas de sus conmovedoras estrofas y nos dejó a todos sin aliento, con un nudo en la garganta y con los ojos húmedos alumbrados por el resplandor de tanta belleza.


El poemario: La frontera móvil
La editorial: Niña Pez Ediciones
Para comprar el libro contactarse con:

Camino de las torres



Raúl Ariel Victoriano
lo ha vuelto a conseguir: una vez más, deslumbra con su nuevo libro de relatos, Escarcha, una recopilación de dieciocho cuentos inolvidables. Se trata de una serie de historias independientes que, gracias a la capacidad narrativa del autor, acaban armando un edificio sólido y hermoso que invita a la exploración de lo que esconde en su interior.

Ariel, como buen arquitecto, no deja que le distraiga el azar. Sabe lo que quiere expresar en cada texto y, fiel al plano trazado, su prosa poética y certera levanta muros, pinta siluetas en la sombra y puebla cada rincón con voces secretas que solo aspiran a ser escuchadas.

Lumbre, primer relato de la antología, supone, tal vez, una declaración de intenciones: el protagonista escribe para exorcizar el dolor, la soledad, el peso de la culpa, sentimientos que recorren las habitaciones de esa casa común de largos pasillos. Por ellos vamos a cruzarnos con los fantasmas que guardan el crujido de la Escarcha, al final de Una noche fría, mientras En la orilla nos hablan los muertos. Tristeza, melancolía, compasión en cada trino que escapa del sueño del gorrión que espera cobijado bajo las tejas Por lo último que queda, el silencio.

Como un marinero en medio de una tempestad, el escritor gobierna el vuelo de los hilos que atan las historias a sus párrafos con una proposición: Vamos a cantar esta noche. Porque no todo está perdido entre los matorrales de un paisaje que se adueña de la vida de sus personajes vagabundos. Escuchándolos descubriremos que sólo hay que aceptar La deuda para resolver el misterio enmarcado entre las siluetas de dos sombras: «Soy un pulso».

Cuentos que exploran almas y que llaman a una reflexión íntima, en la penumbra de unas estancias en las que Ariel, estratégicamente, coloca las lámparas precisas para no perder detalle y encontrar la grieta por la que puede aparecer la esperanza. Cuando llueve sobre las islas y una mujer espera frente a la ventana no es el único final. Sube al tejado, espanta a los pájaros de lata, contempla el paisaje y confía en el poder de la palabra de este autor, capaz de liberar gotas de lluvia en el páramo de la existencia.

Escarcha es un libro que enseña a escribir. Que vengan más, Ariel.

Patricia Richmond


Esta reseña fue publicada en la revista literaria "El callejón de las once esquinas".

Blanca como la espuma


Genoveva, la protagonista principal, sensible y delicada, educada en un colegio religioso de París, es la que ilumina toda la novela. El contexto socio cultural de la época, los mandatos naturalizados de la sociedad masculina, la moral y la educación de la mujer la exponen a intensas emociones.

En un tono intimista se nos cuenta la sinuosidad de los avatares de su historia que transita por momentos de dicha y otros de extremo desconsuelo. El mosaico se despliega a lo largo de tres generaciones, hacia el futuro con la maduración de su hija y hacia atrás con los inciertos recuerdos de su madre. En todo el espectro la actitud de su padre cobra un protagonismo esencial.

Una situación de terrible rechazo y desprecio parte en dos su existencia y decide encarar por sí misma una nueva vida. Con tesón y valentía la logra llevar adelante a pesar de que arrastra consigo una culpa que la sume en sus más hondas preocupaciones. 

Pero aparece una carta inesperada que se convierte en el disparador de las tribulaciones que se ciernen sobre ella. Una tras otra se suceden las circunstancias aciagas que debe recorrer en el camino de regreso al punto de quiebre. Se nos revela la verdadera identidad. El verdadero origen de su sangre y la tensión de los acontecimientos llega al límite y se mantiene hasta el final. 

Ana Madrigal reafirma en esta, su segunda novela, que este es el indudable territorio literario en el cual se encuentra más cómoda para contar. Su prosa segura y cuidada desmenuza los sentimientos de los personajes como si se tratase de separar los delgados hilos de una tela de trama muy apretada, y con tanta certeza, que con el correr de las frases, la personalidad de los mismos va cobrando vida, sustancia y relieve como si fuesen de carne, hueso y emociones.

La disputa entre lo íntimo y lo externo a Genoveva se percibe en la columna vertebral del argumento y esta tirantez es la que dibuja los trazos gruesos y finos de la sensibilidad del corazón y la conducta ética de la protagonista.

La ambientación y la atmósfera que genera la calidad y la claridad de la narrativa invita a participar del texto, desde la comodidad de la interpretación de la letra, como suele ocurrir con las obras de las grandes escritoras. Se advierte esto no bien comienza la novela. De inmediato se produce la invitación al goce estético de la belleza de la escritura y el lector queda atrapado por el arte de la seducción de la pluma en la historia que se cuenta. El léxico se enriquece hacia el infinito, no con el fin de hacer sobresalir la erudición, sino como una herramienta literaria más puesta al servicio del relato.

Casi de improviso nos encontramos en otro siglo, dentro de las páginas adornadas de exquisitas descripciones de época y sin más, nos apropiamos de la veracidad de los sucesos y nos sumergimos conducidos por la mano de la autora en la magia de su literatura. La prosa enamora, discurre a modo de la corriente tranquila de un río de llanura, sin disonancias, con la serenidad y la calidez de una lejana música de cámara, tanto en las escenas en las cuales nos aproximamos hacia la ternura o en las que el drama nos hunde en los tintes más oscuros.

Ana Madrigal describe escenarios como si tuviese un pincel entre sus dedos y emociona cuando sus personajes dialogan porque en la verbalización nos permite oír voces de distintos tonos, según la personalidad de cada uno o las circunstancias, optimistas o desdichadas, que les tocan vivir.

El interés de querer saber cómo continúa la historia nunca decae, sino que se incrementa capítulo a capítulo. El lector no puede dejar de posar con avidez los ojos sobre la hoja. A medida que se aproxima el final desea que esto no ocurra y que la voz que narra no deje de desplegar la melodía deliciosa de las palabras.

Ana Madrigal logra una novela fascinante y magnífica acerca de las vicisitudes del complejo mundo femenino en un viaje de un siglo hacia el pasado, contado en un lenguaje que se ajusta a la época. Sin duda este libro que lleva el sello inconfundible de su estilo la coloca como una escritora al nivel de las mejores que transitan los circuitos de las editoriales reconocidas.



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Despierte el alma dormida


Ana Madrigal nos conduce con su prosa atildada, meticulosa, con una narración cuidada, virtuosa, dibujando personajes con una nitidez perfecta, a través de una historia que, con mano firme nos introduce en los vericuetos de la circunstancia humana, tremendamente humana, de la locura.Una novela estremecedora que nos seduce de entrada y nos va envolviendo en una trama dolorosa pero que no podemos dejar de transitar hasta el final. Una novela magnífica de una escritora extraordinaria.



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La vida manga por hombro


Marimoñas Quesque aparece en el mundo de las letras con este libro que sorprenderá a muchos de los que gustan de la buena literatura por la originalidad de su prosa y de su estilo que se hace presente a partir del título: La vida manga por hombro.

¿Quién es «Marimoñas»? ¿Una buscavidas, una pícara contemporánea, una lianta ofuscada, una rebelada, una desquiciada? El personaje femenino más excéntrico nos conduce con un humor disparatado por episodios de su vida, desde la infancia hasta su crisis de los 30 años, al mismo tiempo que reflexiona sobre su entorno con un punto de vista cargado de ironía sobre la sociedad actual. 

Excéntrica, heteróclita, rebelde, no consigue adaptarse al mundo que le ha tocado vivir. Una mirada crítica e hilarante, con un lenguaje peculiar que nos engancha charlando “de tú a tú” con el lector y nos dejará pensativos al tiempo que sonreímos.


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