Saberes



Aquellos hombres habían sido los elegidos por el monarca a fin de reseñar la cuestión de la vida humana en los libros del monasterio. Incluso el origen del mundo fue plasmado allí como una valiosa flor de oro. Lo expuesto en aquella velada, ante los ojos y oídos de esos sabios y escribientes designados por el rey, fue escrito con la minuciosidad de quienes intuyen algo magnífico. 

Los magos convocados al notable alegato relataron los trucos y dieron las descripciones precisas de los artilugios intelectuales puestos en práctica en sus investigaciones. Y enumeraron, además, las verdades originales develadas y las explicaron una a una: el movimiento de los astros, la germinación de las flores, el sesgado don de la fertilidad otorgado a la mujer, la gestación, la furia de los volcanes, la agitación del mar, el sentido de la moral, el bien y el mal, el poder, la sanación, la muerte, y hasta el prodigio por el cual se sustentan las aves en el cielo sin caerse.

Las respuestas a los interrogantes de la humanidad desplegadas a lo largo de los siglos fueron plasmadas en los papiros. Las escrituras se conservaron ocultas en las criptas. Cuando llegaron los bárbaros, las exhumaron, pudieron descifrar los signos, y la pasión por la lectura atrapó para siempre a todas las razas que poblaban la Tierra.


Este relato pertenece al libro Fotos viejas.