El puente de los signos



Podría decir con la notable liviandad de los pensamientos elaborados por medio de una razón embrionaria —o movilizada apenas por una voluntad perezosa—, que el mero acto de escribir ficción me habilita para la mentira, lo cual es al menos incierto, de inmediato genera dudas, y dicho de este modo casi brutal presentaría la apariencia de una reflexión primitiva y precaria, y, además, daría la impresión de que la historia contada sería falsa.

Y no es así. 

Porque durante la construcción del texto el goce estético me impulsa hacia la libertad con un entusiasmo inusitado por consolidar en palabras lo que no es idea escrita todavía, mientras mi ansiosa intuición se adelanta en busca de esa madeja colorida, aún difusa, con la certeza de que el estímulo imposible de detener concluirá en un indudable descubrimiento.

En este proceso de impredecible trazado en el cual por momentos me extravío transitando por direcciones opuestas, todo lo que mi conciencia imagina procede de la suma de mis realidades interna y externa, ambas tan veraces, tan ricas y tan particulares como las de cualquier persona que abrace otro oficio, aun el más distante o alejado del mío. De ellas obtengo la experiencia humana y la vuelco en expresión escrita con la aspiración de que sea interpretada por cualquiera dispuesto a leerla en esta, nuestra misma lengua. 

Intento volcar al papel, a pesar de mi pobre talento, mis más genuinas emociones, y me esmero en el tratamiento de la belleza de los textos consciente de la escasez de matices acerca del significado de los signos que nos permite el lenguaje. 

Disfruto al suponer que alguien descifrará a su manera las líneas de letras apretadas de las frases. Me maravillo al soñar con nebulosas de ojos recorriendo las páginas en la intimidad del silencio de la lectura para completar con su propio ingenio todos los huecos que yo he dejado.

Una única luna cursa el cielo nocturno, pero cada desvelado la ve distinta. Y si el insomnio persiste, un corazón palpitando hacia lo alto de la noche contemplará una imagen diferente del astro. Un único libro luce distinto ante peculiares miradas y en posteriores lecturas el álgebra literaria lo multiplicará del mismo modo que se replican los rostros lunares en el firmamento.



Este relato fue publicado en la revista literaria Vestigium (MEDIUM, sept. 2019).

10 comentarios:

  1. Excelente reflexión acerca de esto que llamamos de manera genérica literatura. Camus decía que el papel era un horizonte. Y que podríamos volar o simplemente contemplarlo. Respecto del talento, lo tienes y mucho. Hace poco estuve releyendo algunas de tus historias de Tilo en Buenosaires y las he valorado de manera extrema. Fuerte abrazo.

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    1. Muchas gracias, Néstor. La analogía con el vuelo de Camus es encantadora, no la conocía. Te agradezco también los elogios hacia los relatos que has leído nuevamente. Un abrazo grande.
      Ariel

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  2. Justo ayer estuve relendo un libro en el que le hacen un reportaje a fondo a Abelardo Castillo: El oficio de mentir. Allí manifiesta que la realidad no se escribe, se vive y después se hace ficción sobre lo que han dejado las experiencias o lo que faltó.
    Yo hablo por lo que me pasó a mí con la escritura y me di cuenta de cómo fui cambiando. Empecé con relatos fantásticos que (aparentemente) nada tenían que ver conmigo, reflejando realidades extrañas. Todo el énfasis estaba puesto en la trama. El siguiente paso en este proceso fueron los personajes, que adquirieron mayor envergadura y en la actualidad, lo poco que escribo, está puramente basado en los aspectos emocionales.
    Me parece que en tu excelente escritura también sufriste (en el buen sentido) una evolución parecida.
    Muy buenas tus reflexiones sobre el acto de escribir, de elaborar ideas, de la falta de palabras para expresar la gama infinita de sensaciones que nos constituyen.
    ¡Felicitaciones por la publicación! Ahora iré a investigar Vestigium.
    Un abrazo, Ariel.

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    1. Muchas gracias por compartir la reflexión de AC, un referente, sin duda, para todos nosotros. Y también por compartir la trayectoria que ha seguido tu forma de escribir, la cual, como decís, es muy parecida a la mía. Yo no puedo decir que esté cerrada ni mucho menos porque todavía estoy en una etapa de aprendizaje (aunque algunos dicen que no termina nunca). Me alegra que te haya gustado esta reflexión y ojalá que también te guste la plataforma Medium en la cual hay revistas como Vestigium, un mundo nuevo que recién estoy descubriendo.
      Un abrazo, Mirella.
      Ariel

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  3. Puentes de signos y letras que tienden la mano y atraviesan tiempo y espacio. Magnífica y bellísima reflexión, Ariel.

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    1. Muchas gracias, Marta, tal vez esa fascinación por los libros sea un común denominador para todos nosotros. ¡Besos!
      Ariel

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  4. Sobre el proceso del escribir , “tu” proceso de escribir en particular (soy fiel lectora tuya, Ariel), no hay nada de ficticio aunque afirmes que el mero acto de escribir ficción te habilita para la mentira (luego te desdices y lo explicas), y es esta una premisa falsa, pues en la mayoría de tus escritos subyace las sensaciones primarias, que confirmaron y conformaron al hombre actual que vive, siente, pena, goza, ríe y escribe sus más genuinas emociones y, te aseguro, Ariel, que hay belleza en tus letras, pero sobre todo hay humanidad a raudales , lo que supone un chute para tus lectores de goce estético y sensorial.

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    1. Quizás a todos los que nos gusta escribir nos pase, en mayor o menor medida, lo mismo. La motivación sale de nuestro interior en la necesidad de querer expresar algo que nos inquieta, de ahí lo genuino o lo significativo del resultado. A veces lo logramos a veces no tanto, pero siempre vale la pena intentarlo. Te agradezco esos tremendos elogios que me haces (sobre todo lo de la belleza y la humanidad). Me alegra mucho, Isabel, que te guste lo que hago. Eres muy generosa al decírmelo.

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  5. Quienes escribimos ficción sabemos que detrás de cada historia hay realidades que uno percibe alrededor nuestro. Y si creamos personajes que las representen es la herramienta que tenemos para darles forma. Siempre se cuela lo autorreferencial o al menos vivencias de los que nos acompañaron a lo largo de la vida.
    Comparto lo que dice Nestor sobre tu talento.

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    1. Tal cual, Osvaldo. Nuestra forma de ver el mundo, la experiencia vital, diría que hasta la sumatoria de todo nuestro pasado, lo colocamos en la voz narradora para que cuente las historias que tejemos. Creo que cuanto más significativas y genuinas resultan, más justifican este oficio solitario que transitamos con tanta pasión.

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