Moscas


  
Hace tres semanas más o menos que no publico nada, tal vez haya pasado desapercibido, después de todo son muchos los que escriben en la web. El caso es que todavía estoy convaleciente, recuperándome de una herida, en la penumbra de la habitación, tendido de espaldas sobre el horrible cubrecama marrón y con el codo izquierdo descansando sobre la almohada. A medida que el sol de la tarde languidece los pensamientos me llevan hacia cualquier lado.
 
La persiana del dormitorio está medio baja y del lado de adentro una de las dos cortinas ondea suavemente, tocada por la brisa. El resplandor, que a esta hora quiere entrar para salvarse de la agonía está atorado en el rectángulo de la abertura, estrangulándose poco a poco.

Fumo.

Le doy la última pitada al cigarrillo. La brasa se enciende iluminándome la mano derecha mientras dibuja un círculo pálido en el techo y luego se desvanece. Evitando girar el cuerpo, estiro el brazo para alcanzar el cenicero de chapa que está al lado de mi cama, apoyado en la mesa de noche, al lado de la lámpara. En medio del recorrido, el largo tramo de ceniza se comba hacia abajo y cae sobre el piso. Otra tarea para mañana. A veces me pregunto para qué conservo este cenicero de porquería, viejo y deformado.

La oscuridad me obliga a encender el velador justo cuando me sorprende el habitual barullo de pensamientos rotos que, en vano, trato de recomponer. En realidad, no me esfuerzo mucho, quizás por desidia, o por pereza. La apatía me ayuda a bloquear la inquietud cuando me encuentro en este estado de meditación, reflexionando sobre los elementos tristes que componen mi pasado y esta asistencia lejos de hacerme mal se convierte en un bálsamo, en la sensación de estar en otra parte, en otra realidad que ya no duele. 
   
Aun los recuerdos horribles de los actos cometidos en mi corta vida —no llego a los cuarenta— permanecen en la superficie de mi conciencia casi al descubierto, disponibles en sus ínfimos detalles dado mi buena memoria, y, sin embargo, a pesar de su tremenda nitidez, no me hacen daño. 
   
Por otra parte, mis padres, mis abuelos y sus ascendentes, hasta donde yo sé, han padecido la terrible enfermedad de la locura, en la rama materna en especial. Tal vez por eso, desde joven, el suicidio me seduce como la solución más elegante para escapar de la fatalidad a la que ha sido condenado mi linaje. No pienso en los pormenores del acto del suicidio en sí, solo en la maniobra inteligente para eludir, escapar, huir hacia otra parte. Y eso me hace feliz, pensar en eso me atrae y me entrego en la penumbra de este cuarto a reflexionar en el diseño de los modos, situaciones, e instrumentos necesarios para el crimen, de modo que nada falle a fin de elaborar una muerte impecable, como si tratase de lograr mi asesinato perfecto. 
   
Soy demasiado perceptivo, odio las sensaciones intensas. Por lo general rechazo el ajetreo cotidiano de una ciudad tan grande como esta, las luces refulgentes me encandilan, los sonidos estridentes me taladran los oídos, los olores penetrantes me repugnan, rechazo las comidas de sabores fuertes. Demasiadas sensaciones juntas, me abruman. Por eso prefiero la noche, la calma, la soledad, el silencio. Sin embargo, tengo un alto umbral de tolerancia al dolor. 


II


Mi última novela ha obtenido una mención en un importante concurso de una editorial reconocida y a raíz de eso, durante este año, mis escritos han tenido cierta repercusión. Por eso, creo yo, hace dos semanas me han publicado un cuento inédito en una revista literaria. He recibido muchos mensajes acerca de ese relato corto. Los he leído a todos, pero no los he contestado porque entre ellos se ha colado una amenaza. 
   
Un lector se ha sentido aludido. En el correo que me ha escrito asegura que el personaje principal del cuento, un loco, un asesino serial, hace clara referencia a él —al hombre que me escribió el mensaje—. Entonces, al sentirse identificado con el protagonista el tipo se ha puesto increíblemente furioso, a juzgar por la agresividad del tono de la carta. Se puede notar por el odio que se desprende de sus palabras, en el rencor que destila, como si fuese él el delincuente descubierto por los delitos cometidos. Según él, parece que yo, en la ficción del cuento, expongo su locura ante la gente y eso lo ha ofendido en grado sumo, a tal punto que dice que yo debiera ser castigado por ello. El e-mail termina diciendo que por haber revelado su «problema» yo merezco un escarmiento. Es una amenaza directa, no velada, el tipo está sacado, sin duda, y dispuesto a llevar a cabo su venganza, no me dice cómo, pero sí cuándo: «Antes de que termine este mes —dice—, te mato».
   
En ese momento lo pasé por alto. Preferí pensar que era una broma de mal gusto y lo borré. Cerré la computadora y seguí con mi rutina.


III


Vivo solo en Palermo, en un departamento viejo de dos ambientes. No soy ordenado; suelo dejar la ropa tirada y los platos sucios en la cocina. La verdad es que no me preocupo en mantener limpia mi casa. Trabajo poco, a veces escribo en otros sitios web, a veces para algún diario por encargo, o para alguna revista. Esos trabajos van desde algún artículo de divulgación hasta los textos más bizarros para las revistas pornográficas. 
   
Me vendo por nada, me conformo con obtener lo suficiente para poder comer y comprar cigarrillos: la única droga que consumo. A veces salgo a tomar algún trago, o un café, siempre por la noche. Vivo con los horarios desplazados, me despierto y me acuesto tarde. Soy indolente, no espero nada del futuro ni lo busco, mi única preocupación es advertir cualquier síntoma que me avise que la locura me está pisando los talones. En ese caso no dudaría en poner fin a mi vida y, ya que no tengo hijos, cancelaría en un paso y para siempre la herencia de esta terrible enfermedad. 
   
Estoy bajo tratamiento con el psiquiatra. He decidido hace años no atar a mi vida a ninguna mujer, no quiero condenar a nadie a convivir conmigo, sería un desastre. Tengo relaciones cortas, trato de no involucrarme demasiado dada mi poca tolerancia al fracaso. Además, no tengo familia que se pueda ocupar de mí.
   
Por las tardes mi cerebro se sumerge en reflexiones interminables, fumo en la cama, pienso en cosas turbias, las frases resbalan sin sentido. No estoy seguro de toparme, en algún momento, con una ilación argumentativa clara, con alguna idea estable, con un mapa más o menos acotado de mi personalidad. Consumo la vida estúpidamente y no me importa. 


IV


El mensaje del tipo, quien se sintió identificado con el loco de mi cuento, lo leí una tarde de esas. Al día siguiente ya me había olvidado de él y su amenaza. Después de embrutecerme en medio de cavilaciones idiotas, ya entrada la noche, decidí levantarme y vestirme para salir. Ya se habían disipado los matices rojos del crepúsculo y salí a la calle a buscar un bar. Cerré la puerta de entrada y di el primer paso por la vereda. 
   
En ese momento me tropecé con un hombre. Parecía haber salido de la nada. Cuando me di cuenta ya lo tenía encima. Inmediatamente sentí el golpe. Los recuerdos son borrosos. Mientras me abrumaba con sus gritos, y me insultaba, sentí algo que me empezó a arder en el costado, un hierro me quemaba hundido en la panza. Quedé tirado ahí tomándome el estómago, recostado contra la pared. Después de eso tengo un bache en la memoria, me veo en una camilla vendado, en el hospital. Estuve tres días internado, nada grave, vino la policía a tomarme declaración, no pude dar detalles y todo quedó en la nada.


V


El personaje de mi cuento es un loco. Hay muchos cuentos de escritores que tienen personajes que sufren de esquizofrenia o se vuelven locos. Pasé muchos días pensando en esto tirado en esta misma cama. Me preguntaba: «¿Sé de algún escritor de ficción al que hayan asesinado por algo que haya escrito?». Y me respondía: «No recuerdo ninguno». Pero el asunto era que, aunque no se trataba de mi caso, pues a mí no me habían matado, tenía una lesión concreta por la agresión que había sufrido: siete centímetros de costura quirúrgica, sinuosa, desprolija, cerca de la ingle. 
   
Pensé en dejar de publicar.
   
Pero el tiempo diluyó las cosas. 
   
Una vez que me sacaron los puntos, el médico me prescribió una dieta estricta para alimentarme, hasta que el aparato digestivo sanara por completo. Creo que la hice solo el primer día, después tiré la receta de las indicaciones al tacho de basura y me zafé mal. Empecé a beber y a comer porquerías en forma indiscriminada y con el paso de los días los frascos de embutidos, las cajas de pizza, los envases de hamburguesas, las botellas de vino, de whisky, las latas de cerveza, se fueron acumulando en la mesada. Un día me moría de ganas de comer carne asada. Saqué dos bifes del freezer; tiré uno sobre la plancha y me quedé mirando cómo crepitaba la grasa; al otro lo dejé sobre la mesa por si me quedaba con hambre. Entretanto yo seguía tomando calmantes, sabía que me tenía que quedar en reposo, sabía que los excesos me harían mal, sabía que se me podía abrir alguna herida interna, sabía que se podría infectar, sabía que el precio de las consecuencias era alto. Conocía el peligro a que me exponía, pero lo hice. El placer de comer el bife, en especial la grasa crocante del borde, fue más poderoso: casi un desafío. 
   
De la vajilla sucia acumulada en la bacha de la pileta emanaba un olor desagradable, pero como era casi imperceptible, no le di importancia. El asunto es que con el correr de los días, además, habían comenzado a zumbar las moscas sobre las fuentes y las cacerolas y se agrupaban sobre los platos sucios. Moscas negras y moscas verdes. Recuerdo que el día del bife fue un viernes. Durante el fin de semana tuve fiebre y casi no me pude levantar por el dolor de panza. 
   
Cuando pude acercarme a la cocina vi que el bife crudo que había dejado sobre la mesa, al estar fuera de la heladera, estaba en mal estado. Me di cuenta por el olor a podrido que sentí antes de llegar. Había una mancha oscura que parecía temblar sobre la carne descompuesta: eran las moscas. Abrí la ventana que está por encima de la mesada para que corriera un poco de aire y me puse a agitar los brazos para espantarlas. Ahí fue cuando sentí un tirón fuerte y decidí ir a la cama. El dolor quemaba debajo de la venda, desde el estómago hasta la espalda.
   
Pasaron como dos días hasta que me pude levantar de nuevo. Estaba débil pero la herida me dolía menos. El descanso me había hecho bien. Fue entonces que empecé a percibir el hedor, la fetidez que invadía el aire y llegaba hasta el dormitorio. Era nauseabundo. Me fui desplazando despacio hasta la cocina. El espectáculo era deprimente, casi me hizo vomitar: moscas, moscas y más moscas. Había moscas por todos lados, negras, verdes, azules.


VI


Ya pasaron tres semanas de este suceso. Estoy repuesto. Lo primero que hice fue poner el bife putrefacto en la bolsa de la basura. Luego la saqué al pasillo para que el encargado del edificio la pueda llevar al contenedor. Me costó varios días limpiar a fondo, rocié con insecticida por todos lados y de a poco las fui sacando. 
   
El departamento sigue en desorden, pero ya no están esos insectos desagradables. A veces sueño que una nube de ellas hurga con desesperación sobre mi herida sin que yo logre espantarlas y me despierto agitado, cubierto de transpiración.
   
Ahora estoy escribiendo un cuento nuevo. Es sobre un asesino que mata a una pareja de lesbianas, dos jovencitas que estaban besándose en la plaza. Tengo miedo de publicarlo. Mañana voy a decidir qué hago.


Este cuento pertenece al libro Lucrecia.

26 comentarios:

  1. Ay, qué impresión. Habrá que tener cuidado con lo que se escribe.
    En serio, me ha parecido muy bueno. Consigues mantener la tensión desde la primera línea. Como siempre nos introduces en la historia con tus magníficas descripciones y, cuando menos nos damos cuenta, estamos en el centro de la historia. Te felicito. Un abrazo

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    1. Muchas gracias Ana. Me alegra que esta historia haya comenzado con un bonito comentario tuyo, lo tomo como buen augurio. Es un relato con un personaje que me va resultar difícil pero que me atrae mucho. Este relato surgió de un tema de reto en TR (yo no fui partícipe de ese reto). Luego de un tiempo se me ocurrió escribir algo basado en él y fue saliendo un personaje principal interesante, para mi por lo menos. En TR lo he llamado Moscas, moscas y más moscas (aquí le he puesto Moscas para que no haya confusión). Como dice Isabel está escrito en "argentino", espero que les sea de fácil lectura aunque hay palabras "porteñas" que usamos en el lenguaje coloquial en Buenos Aires. En TR está el segundo de esta "serie" que se llama "A la semana siguiente la ventana". Te mando un enorme y afectuoso abrazo.
      Ariel

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  2. Quiero felicitarte Ariel por el simple hecho(y complejo también), de atreverte a cambiar de registro. No es que antes lo hicieras mal, todo lo contrario, bordabas y bordas el lirismo...pero salir fuera de"la zona de confort", es un plus, y además a "vuela ojos" con matrícula de honor. A priori me recuerdas en el modo de escribir a un compañero tuyo de TR, compatriota además, en el modo y en las formas (no viene al caso decir quien)
    Dame un tiempecito para hacerte un comentario más a fondo y vuelvo. Prometido Ariel.

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    1. Es probable, porque está escrito en "porteño". Como le decía a Ana, espero que se entienda. Con respecto al tiempo, Isabel, tómate todo el tiempo que sea necesario para comentar. Un gran abrazo.

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    2. ¿Lunfardo dices? No veo el lunfardo por ninguna parte, lo que sí que veo es un gran ejercicio de introspección, náusea existencial (Sartre la definió muy bien) Me parece que esta vez has acertado al elegir la primerísima persona para contar de algo tan íntimo como es el desasosiego personal (Pessoa era un maestro en esto)
      Tú Ariel, que eres el maestro de los escenarios, esta vez también has acertado al elegir una habitación en penumbra, (en contraste con la luz y el bullicio de la calle, tan ajeno al oscuro protagonista), un ambiente decadente, suciedad, hedor, humo, y hasta moscas.(Ariel describe con la misma maestría una puesta de sol, una miríada de pájaros que un ambiente decadente y hediondo…y eso es de ES-CRI-TOR)
      Nombras el tabaco, no estaría mal meter algo de alcohol e incluso coca para hacer el ambiente más sórdido, si cabe.
      El Hedor, es el verdadero protagonista del relato. También pienso, que al deshacerse de la podredumbre el escritor-relator resurge...y con él un mundo de nuevas historias. ¡Hazte luz! y la luz se hizo y el verbo también :)

      En relación con la última pregunta, te diré que no me ha pasado nunca nada de eso, a mí me encanta escribir sobre locos (es un tema recurrente), pero te juro que no fui yo la que hincó el fierro, Jurado.

      Felicitarte Ariel, como te dije en un mensaje anterior intentar nuevos modos y formas nos enriquece como escritores.

      Un fuerte abrazo compañero.

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    3. Me siento medio en el aire Isabel, tu comentario tiene tantos elogios que no se cual es el más lindo. Cuando veo los nombres de los enormes escritores que mencionas me corre un frío por la espalda de alegría. Lo siento así cuando lo nombras a Sartre, por ejemplo, que es uno de mis grandes favoritos como escritor, filósofo, y también lo ha sido como persona. Vaya si me acuerdo de la náusea existencial, que la despliega en una obra magnífica de la literatura como La Náusea, y de cómo desarrolla el tema en esa maravilla del pensamiento como fue el tratado de fenomenología "El ser y la Nada", de tanto legado que dejó como literato, como pensador y como valiente, consecuente luchador. Me encanta saber que veas acertado el hecho de haber adoptado la primera persona. No lo he elegido de antemano, me ha salido solo, de entrada, por algo debe ser. Y me agrada todo lo que dices después porque he tratado de crear un ambiente sórdido para un personaje con desórdenes de la personalidad, con hedor dentro y fuera de él, al que irá sacando de a poco porque espero continuar con algunas historias más, si puedo. Gracias por tu entrañable comentario Isabel. Un fuerte abrazo para ti, canaria!
      Ariel

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  3. Hola querido Ariel. Recuerdo cuando en el otoño pasado comenzaste a publicar tus textos en el sitio TR. Enseguida sorprendiste a tus lectores con aquellos relatos ambientados en la ciudad de Buenos Aires. Incluso en uno de mis comentarios, festivamente, te nombre mi “sucesor”. Realmente eran historias diáfanas. Sumamente elaboradas. Cargadas de un fuerte localismo. Con una prosa minuciosa, a veces algo naif, pero también acometida de luz y candor. Últimamente, por lo que he podido ver, has impreso un giro en tu temática. La ciudad ha dejado de ser protagonista y te has volcado a la psicología de tus personajes. Tengo la impresión de que a partir de “Imágenes Oníricas” has pegado un giro en tus trabajos. Lo que no deja de ser muy valioso en un escritor tan novel ya que a tus muchas de tus virtudes ahora le agregas el rigor y la inquietud del cambio. De todos modos, tanto ahora como en tu etapa “anterior” nuestros estilos son disímiles de verdad. Tú elaboras tus frases con la paciencia de un orfebre, te adentras en tus personajes, y nunca dejas que ceda el interés o el ritmo. En mi caso, como borgiano que soy, escribo muy diferente. Borges descreía de las estéticas pero yo, sin embargo le he copiado algunas. Eludo los sinónimos, prefiero las palabras habituales a las asombrosas, narro como si no entendiera bien las cosas, cada tanto agrego inseguridad en lo que cuento para darle fuerza, para que crean lo que digo y nunca me meto en el interior de mis personajes (esto es mío personal y no se lo copié a Borges) simplemente describo lo que dicen y hacen. Ah, y también cargo el texto de nombres propios. Puestos a comparar estilos podríamos decir que tú eres “Cortázar” y yo soy “Borges”. (Acabo de escribir esto con una sonrisa). Así que bueno, te mando un saludo muy afectuoso. Sabrás que ayer estuve en tu barrio, Palermo. En el Malba, disfrutando de la primavera y visitando la muestra retrospectiva de Yoko Ono en Buenos Aires. Me permito recordarte que me estás debiendo un café desde el día de tu cumpleaños. Un gran abrazo.

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    1. Néstor, empiezo por la sonrisa, porque me asombré gratamente cuando vi los nombres de esos dos grandes que nombrás. Vos, como gran escritor que sos, tenés la autoridad para hacer estas acertadas comparaciones de estilos y, no te imaginás con que cuidado las leo, porque me vienen muy bien, porque me sirven para poder leerte mejor. Tu experiencia y tu condición de escritor hace que con una palabra puedas resumir un montón de cosas que a mi se me escapan, que no las veo cuando leo. Por otra parte, me dan a mi la posibilidad de "pararme mejor en la cancha" porque vos me vas indicando en el lugar que estoy ubicado. Tu mirada es certera y a primera vista. Quiero agradecerte enormemente este comentario por lo que te dije y por todos los elogios que me hacés. Por supuesto también por el resumen con que arrancás al principio, con un análisis tan preciso de lo que fuiste viendo en mis primeros relatos, y por el aliento que me das a seguir transitando por este otro rumbo que tiene esta nueva historia. Gracias por el dato que me pasás del Malba. Lo del café ya está en marcha. Te mando un afectuoso abrazo.
      Ariel

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  4. Hola, Ariel. Ya te comenté este relato en la web. Aquí sólo quería decirte que es un placer entrar en tu blog, no sólo por tus relatos, sino además por los comentarios maravillosos que te hacen algunos escritores a los que, igual que a ti, admiro. ¡Qué envidia me dan vuestros encuentros! Buenos Aires me queda lejos, así que, entro en el blog y leo los comentarios mientras me tomo un café, y me imagino que estamos charlando en un local de Buenos Aires.

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    1. Sabes, cuando inicié el blog, lo hice porque se habían ido de TR muchos escritores que yo admiro, que sigo admirando, que tienen mucho camino recorrido, que respeto mucho, intelectualmente hablando y como personas, además. Busqué por Internet y, por suerte para mí, pude contactarme con varios de ellos y ellos conmigo. De los primeros en llegar, a fines de julio fueron Jorge, Isabel, Alejandro, Ana, Jose y, ¡Marimoñas!. No recuerdo en qué orden, imagínate la emoción. Un poquito después llegó Yolanda. Luego, tras una búsqueda por mail me pude contactar con Néstor, que, aunque vive en Buenos Aires no tenía datos de él.
      Siempre tuve la idea de generar un sitio como este en el cual todos se sintiesen a gusto para comentar y para relacionarnos con la pasión por la Literatura, con este maravilloso arte de escribir, que tanto nos gusta. Yo, humildemente y con sinceridad te lo digo, me siento muy feliz cuando me llega un comentario aquí porque ustedes tienen la sensibilidad y experiencia necesarias para ver donde yo no puedo y cuando elogian logran que me infle como una vela. Pero también va más allá de las letras, yo soy muy cariñoso y los siento como amigos que vienen a mi casa. Y creo que en este lugar nos podemos extender más que en un sitio como TR o similar, para mí es un placer que se tomen el tiempo para escribir aquí.
      Mari, tu eres una escritora, una persona, por la que guardo mucho afecto, no me preguntes por qué, será esto de la sensibilidad, no sé decirlo. Nos une una actividad solitaria, íntima, que es el acto mágico de ir bordando letra por letra en la pantalla, contando historias, dejando que por los dedos salga lo mejor y lo peor que tenemos dentro para colocarlo en boca de nuestros personajes, de hacerlos volar en una danza lírica o de mostrar cómo se revuelcan en el barro más pestilente.
      Somos nosotros frente a este espejo fantástico, este es nuestro lugar sagrado, tal vez el verdadero, porque ¿cuánto hay de mentira y de verdad en lo que escribimos? A veces me pregunto ¿por qué lo hacemos? Debe ser fuerte la necesidad que nos viene de dentro para quitarle la pereza a nuestra voluntad, para sentarnos a volcar en palabras ese torrente que no podemos contener, como una catarata, como un río torrentoso, desmadrado, incontenible.
      Estoy leyendo el último libro de Pablo Ramos, uno de los escritores que más me conmueven, argentino, contemporáneo, alcohólico confeso. Ha escrito muchos libros, los tengo todos, los he “devorado” a todos como un famélico, es uno mis favoritos. En su blog ha escrito algo que es “su” visión del acto de escribir:
      “A veces creo que la soledad no es un precio. La soledad existe de antes, un escritor es básicamente un solitario más o menos disimulado según los casos, pero un solitario al fin. La escritura es la justificación (porque es una soledad que necesita ser justificada), la defensa de esa soledad. Si lo veo así, el círculo cierra perfectamente. Ya que la soledad le dicta las palabras al escritor, y el escritor no puede elegir sacarse esa soledad de encima como si fuera un abrigo pesado un día caluroso… uno construye un texto de ficción de la misma manera en que un arquitecto construye una casa. Uno quiere transmitir intacta una emoción…Nada de trucos, nada de sorpresas. Hay que escribir horas y horas y si al terminar cada página uno siente que se ha quedado vacío, que no hay manera de seguir... a poner otra hoja, a mirarla un rato, en silencio, que vamos por buen camino.”
      Te dejo el enlace por si te interesa:

      http://laarquitecturadelamentira.blogspot.com.ar/2016_02_01_archive.html

      Mari, te he dado la lata, como creo que dicen por tu país, pero es que me he imaginado yo también que estábamos tomando un café, aquí en Buenos Aires, pensé que por este puente o túnel imaginario habías llegado para conversar un rato por aquí conmigo. Te mando un gran abrazo.
      Ariel

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    2. Tú nunca das la lata. Un placer "charlar" contigo siempre, sea directamente a través de comentarios, o, indirectamente, leyendo tus relatos, en los que dices tantas cosas.

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    3. Me entrometo en las conversas entre tú y nuestra común amiga Marimoñas, solo para comentarte que me ha gustado mucho, pero mucho, lo que has dicho (o escrito, a mi me parece que escucho tu voz aunque nunca la haya escuchado)...y es que tu blog es un espacio común y convergente Ariel para tantos solitarios con la misma necesidad de expresarnos. Un cariñoso abrazo para ambos. Para todos.

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    4. Isabel, es altamente gratificante, mira lo que te digo, que te sumes cuando sientas la necesidad de hacerlo, sabes que eres bienvenida, que me gusta mucho "escucharte", que estás en la sala de estar junto con todos los que vienen aquí a charlar, como nuestra común amiga Mari, y que me encanta saber que este es un espacio común para todos nosotros, locos por la Literatura, solitarios por naturaleza, enamorados de lo que hacemos. Un afectuoso abrazo.
      Ariel

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  5. Descripciones precisas, prosa elegante, tal vez no en lunfardo como se ha comentado pero si que nos dejas palabras que por aquí no se usan, aunque se entienden perfectamente; ambiente sórdido y deprimente que nos abruma desde la primera línea y ya no nos abandona hasta el final; la soledad autoimpuesta del personaje y su grado de locura (tal vez todos los que escribimos tengamos un poco de eso), y una historia de locos que acaba por volverse real. No se le puede pedir más a la ambientación que le has dado al relato, podemos ver, sentir, oler a través de tus palabras. Valoro también, como dice Isabel, que te atrevas con otros registros, para mi la versatilidad siempre ha sido un punto a favor de quien escribe. Confieso que ante semejante título, moscas y más moscas, me hubiera sido difícil construir una historia (las moscas no me inspiran mucho precisamente), tú has sido imaginativo con ésta. Mis felicitaciones Ariel.

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  6. Muchas gracias Jorge por pasar por aquí y dejar tan lindas palabras, siempre eres generoso. Y tienes razón, tal como dice Isabel, no hay palabras en lunfardo, hay expresiones típicas de Buenos Aires, debí haber puesto "porteño", me he equivocado. Me alegra saber, por otro lado, que la lectura no sea un fastidio para ustedes, no es grato a veces tener que saltearse algún término para seguir el hilo de la historia. Y lo de las moscas, bueno, no tienen mucho de lírica, y el personaje tampoco es alguien agradable, me parece, veremos.
    Te mando un afectuoso abrazo.
    Ariel

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  7. Siento no haber pasado antes por el blog, apenas si puedo hacerlo los fines de semana, pero ya te fiché.
    Como te comenté en Google, me parece un relato magistral, muy bien escrito y narrado. Lleno de suspense, agobiante y que al mismo tiempo te mantiene enganchado haciéndote pensar mil cosas durante la lectura con el ingrediente añadido de esas moscas pululando dando más intriga si cabe al asunto.
    Es lo primero que leo tuyo en el blog y desde luego decir que me ha encantado. Mis felicitaciones.
    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias Mariola por el comentario tan halagador, es un placer que una excelente escritora como tu se llegue hasta aquí, eres bienvenida, no hay apuros en este sitio. Me alegro que te haya gustado el relato. Te mando un gran saludo.
      Ariel

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  8. Con tu permiso, colega de letras y estupendo orfebre de las descripciones, voy directamente a comentarte algo que nadie ha reparado en ello o quizás sea yo la única observadora de lo siguiente:
    Además de haber "hilvanado" todo el contexto espléndidamente manteniendo la atención del lector y sumergiéndolo en un caótico escenario acorde con ese deprimente estado de ánimo del protagonista, no sé si te has fijado o no, en que también tal como has ido manejando "los hilos" invisibles de la narración, podrías haber aprovechado tan buen trabajo para realzarlo aún más, si a este protagonista le hubieras añadido otro ingrediente todavía más decadente y demoledor, es decir, jugar con habernos hecho creer que se trataba de una persona viva, cuando en realidad ya lo estaba contando como un fantasma que había muerto hacía varios días y en realidad nos relataba la pesadilla de su suicidio a través de todas estas peripecias sufridas a partir de la amenaza de ese perturbado lector.
    En fin, tampoco me hagas mucho caso, pero como adivino que te encanta escribir pues puedes aprovecharte de esta sugerencia que te dejo a tu libre albedrío.

    De todas formas, también me ha encantado tal y como lo has redactado.

    Un abrazo.

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  9. Estrella, tu no debes pedir ningún permiso, es para mí en todo caso el deber de agradecerte tu visita. Me da mucha alegría ver todos los elogios que me pones. Imagínate que placer es, para alguien que como yo está haciendo sus primeros pasos en esta tarea tan fascinante que es poder expresarse a través de las palabras, recibir un comentario de una escritora de tu trayectoria. Un verdadero placer sin ninguna duda. Además, puedo contar con la posibilidad de aprender de ti, lo cual le da un valor agregado.
    Es muy interesante lo que me dices acerca de contar la historia de esa otra manera, no se me había ocurrido, es más, el borrador de este relato en particular me ha salido de este modo de entrada. Luego como siempre vinieron todas las correcciones, agregados, enmiendas, desechos, recortes, etc. Esto me pasa con todos los cuentos porque corrijo mucho, pero lo que quiero decir es que el esqueleto de la historia y la decisión de hacerlo en primera persona (raro también en mi) nació de entrada, cosa que no me pasa. En no pocas ocasiones comienzo con una idea y termino haciendo algo totalmente diferente y, muchas veces, termina en la papelera.
    Voy a tener en cuenta el punto de vista que me propones, me lo guardo para cocinarlo a fuego lento, espero que en algún momento pueda salir algo.
    Con el blog, como verás he empezado hace poco, tengo la mayoría de los cuentos en Tus relatos y los iré trayendo aquí lentamente, me gusta más contar con este espacio porque es más relajado. Hay cosas que a veces no tienen una explicación, pero todos los amigos y amigas escritores/as que vienen por aquí creo que también lo sienten así, como verás, este sitio tiene extensos comentarios, lo que agradezco enormemente a todos, porque sé que les lleva tiempo, creo que se debe a que no entramos en la vorágine de las respuestas breves, de compromiso, nos tomamos tiempo para leer y comentar. A veces pienso que para mí lo más importante es lo que aparece por debajo del relato que el relato en sí, con esto no quiero decir que no me importe lo que escribo, no, lo que quiero decir es que el punto de vista de los lectores como tú, que a primera vista ven por todos los rincones, por experiencia, por oficio, por sensibilidad, ya sea en las cuestiones formales de la gramática, ortografía, sintaxis, como en las cuestiones de argumento, trama, unidad literaria, coherencia de los personajes, etc., es algo muy valioso para mí, y se los agradezco profundamente.
    Estrella, yo soy de prosa, no de verso, esto último lo he intentado sin éxito en infinidad de ocasiones, y es un mundo que me atrae tanto como si fuese la fuerza de gravedad más grande de la Literatura. Es por eso que he ido a tu sitio y me he quedado enredado en tus poemas (lo que no quiere decir que también vaya por tus historias). Son maravillosos y si no me cierras la puerta asomaré mi nariz por allí cuantas veces pueda.
    Te mando un afectuoso abrazo.
    Ariel

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  10. Muchísimas gracias, amigo Raul (si no me equivoco ¿no?) por responderme con tanta generosidad y detalle.

    La verdad que no me cuesta ningún trabajo reconocer tu brillante trabajo narrativo, así como dar fé de esta gran ilusión que sueles siempre derrochar cuando intentas plasmar en este "papel" virtual, todas estas historias que deambulan en los pasillos de tu inspiración.

    Me alegra también que exista este buen feeling entre nosotros y hayas comprendido mi interés por facilitarte esa "pista" para otra posible publicación, ya que hay personas que lo interpretan bastante retorcido, como si les estuviera juzgando o criticando como escriben, pero sencillamente es un hábito adquirido debido a mi trabajo de docente en este área de la Literatura que he mantenido por mucho tiempo (aunque aquí en Internet prefiera participar con un seudónimo).

    Es correcto que lo narres en primera persona, sin embargo el "juego" que te proponía era que fueras un fantasma. Y también me parece genial que seas perfeccionista y siempre te guste corregir, agregar o cambiar lo que no te guste de ese primer borrador.

    Efectivamente tienes la suerte de contar con grandes amigos y lectores que tan amablemente te comentan poniendo el alma en sus apreciaciones, algo admirable por su parte.
    En mi caso, me resulta imposible responder a los comentarios, puesto que tengo demasiadas tareas simultáneas aquí en Internet y únicamente puedo distribuir mi tiempo en actualizar el blog, el perfil compartiendo y presentando publicaciones de otros seguidores y amigos que tienen la atención de compartir mis publicaciones o dejarme comentarios en el blog. Así como también devolver las visitas y comentarles en sus blogs respectivos (como ahora lo hago con el tuyo y además con mucho gusto).

    Aunque no seas "de verso", como me comentas, lo cierto es que escribes con un estilo muy poético, haciendo bellísimas descripciones y recreando las historias con una gran sensibilidad, que naturalmente suelen tener los poetas además de algunos escritores, no todos desgraciadamente.

    Te agradezco infinito que también me hayas dedicado tu tiempo a leer algunos de mis poemas, que ya son tuyos desde el momento de leerlos. ¡Ah! y asoma la nariz por mi blog las veces que te apetezca: ¡estás en tu casa!

    Un abrazo muy grande y una suerte coincidir contigo en este apasionante mundo literario.

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    1. Estrella.
      Es muy lindo todo lo que me dices, he estado leyendo en tu perfil y en tu blog y ahí me he ido enterando de tu trayectoria. Tú tienes todo un recorrido realizado y provienes de la “Academia” con lo cual el respeto que te tengo es doble porque yo no solo estoy empezando con mis humildes trabajos, sino que no tengo formación en Letras.
      Entiendo que hay algunos escritores que, por su personalidad, por su ego, por el celo de que otro quiera darle un enfoque diferente a lo que ha escrito, o por lo que sea, se ponen muy molestos. Pero este no es mi caso Estrella, he tomado tu propuesta con el mayor de los cariños, así como la de todos los compañeros y amigos que por aquí vienen de visita.
      En cuanto al hábito que mencionas, creo que me he dado cuenta por los comentarios, (sino me confundo) hay algunos que te dicen “profe”. Mira, es una verdadera suerte la que he tenido, has llegado con generosidad hasta aquí, a este sitio, a enseñarme cosas. Es muy bonito y gratificante. Sé que cuentas con poco tiempo porque, además, eres la directora de una revista y, a decir verdad, no sé cómo haces para ocuparte de todo. Tú no te hagas problemas si yo comparto algún texto tuyo en Google y ves el aviso, no te pongas en la obligación de tener que comentar todo (aunque a mí me encantaría que pudieras hacerlo, de verdad, sobre todo en este blog que es como la biblioteca de mi casa).
      Yo estoy tratando de subir relatos con un período razonable entre uno y otro para que los lean todos, para que sea un placer hacer esto que tanto nos gusta y no un dolor de cabezas por las corridas, para devolver visitas y todo eso. Trato de que, en este sitio haya tiempo también para que cada uno haga comentarios largos, a veces necesitamos decir muchas cosas aquí debajo de los relatos, más aún que las que hemos puesto arriba.
      En cuanto a lo del “juego” no te preocupes que lo he entendido de entrada, tal vez no he sabido expresarme correctamente cuando te he respondido. Como te he dicho ha quedado en mi cabecita rondando para ver si le encuentro la “vuelta” y sale algo bueno.
      ¡Ah! Qué bueno es lo que me dices respecto a “mi estilo”, que tira a lo poético, me hace sentir bien, eres muy generosa. Fíjate que lo primero que me ha encandilado cuanto empecé a pasear por tu blog fueron los poemas, son mi debilidad. No me perderé el resto, por supuesto, todo a su tiempo.
      Es muy apasionante haberte encontrado, Estrella, es muy grato tener un comentario tuyo aquí. Te mando un afectuoso saludo.
      Ariel

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  11. Me emociona todo cuanto me has comentado, Raul y amigo escritor, porque tienes la habilidad de saber llegar hasta lo más hondo de las personas, como ahora lo compruebo al leerte. Efectivamente suelo simultanear demasiadas tareas al mismo tiempo, lo que me resta disponibilidad suficiente como para dispersarme o entretenerme más de lo necesario y eso que en ocasiones especiales, como esta por ejemplo, quisiera tener todo el tiempo del mundo para relajadamente contestarte, por consiguiente te agradezco mucho que ya lo hayas adivinado y sepas valorarlo.

    Continuaré pendiente de las nuevas publicaciones que nos vayas bajando al blog y como bien dices trataré de llegar a mi ritmo para dejarte mi sincera opinión al respecto. Del mismo modo, también me encantaría que huyeses de elogios y peloteo absurdo con respecto a mis publicaciones para dejarme en tus comentarios lo que estimes oportuno y que me sirva para pulir mi trabajo.

    Me parece fenomenal lo que me comentas respecto a ese "juego" que te propuse, así estaré expectante hasta que lo termines y lea luego el resultado.

    Si, todo a su tiempo, no te apures tampoco con mis poemas, ya los irás leyendo cuando sea el momento y te lo agradezco muchísimo.

    Para mi también ha sido un encuentro bastante apasionante, dicho en el sentido literario porque tampoco nos conocemos tanto como para pensar otra cosa.

    Un afectuoso saludo igualmente.

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    1. Eres una persona muy sensible que transita las letras en forma tan cotidiana, con una pericia tan ajustada que puedes leer entre líneas o en el reverso de los escritos, por eso te emocionas. Te agradezco la puerta que me abres para comentar tus trabajos y la humildad con que lo haces. Estrella, nos estaremos leyendo, a ver si encontramos ese ritmo para hacerlo de buen modo, en forma relajada, como te decía, para disfrutar de esto que tanto nos gusta que es escribir. Te mando un gran abrazo.
      Ariel

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  12. Empecé por el principio, el primer texto que publicaste de la serie. Me gustó gratamente, porque está muy bien escrito, algo que no se encuentra demasiado en los blogs, donde escasea bastante la prosa y abunda la poesía.
    Creaste un clima, algo fundamental para mí y un personaje que el lector puede ver, con sus conflictos y torturas interiores. Las escribe y parece que esa catarsis, el temor de la locura, se materializaran en su contra.
    Muy logrado el final, porque lo de las moscas es terrible, nauseabundo y le da un matiz más problemático al protagonista en su desidia y abandono.
    Apenas pueda, iré por la segunda entrega.
    Un abrazo, Ariel.

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    1. Tu comentario es gratificante, es el tipo de comentarios que ayuda, que aporta, a los que nos gusta este mundo mágico que es la Literatura.
      Hay una cosa que es muy importante para mí y es el deseo de que los que a aquí se acerquen lo hagan por el mismo motivo, y en tu caso hay algo que te tengo que agradecer de entrada que es el simple hecho que te hayas tomado tu tiempo para leerlo, lo cual demuestra un interés previo que valoro. Además, es de buena lectora (no sé si escritora) el hecho que hayas comenzado por el primero.
      Yo aclaro en el encabezado que es una serie pero que se puede leer por separado porque es muy común que en el paseo por los blogs o las webs los lectores se inclinen por los textos cortos y se aparten de los largos, de ese modo les brindo la posibilidad de elegir. Pero, al mismo tiempo, al hablar de serie lo que quiero decir es que forman parte de la misma historia y en el sentido cronológico que marco, para que lo sepan los que se interesen por leerlos todos. El segundo agradecimiento que te quiero hacer es que tengas la intención de continuar leyéndolos.
      Por otra parte, me alegra que me digas que está bien escrito porque corrijo bastante, me parece que es una falta de respeto al que lee someterlo a las trabas de un texto que no contemple las reglas básicas; se me pueden pasar, como a cualquiera, pero no será por desidia.
      Y, por último, me pone muy contento el análisis que hacés del texto en sí, una observación hecha con mucha altura, acerca del clima, del perfil del personaje, del cierre. Es un personaje que como he puesto en otros comentarios aquí en “Moscas” y en “Al otro día, la ventana” padece de trastornos psíquicos, fundamentalmente dos, pero también tiene conflictos existenciales que se mezclan con ellos, en fin, un personaje complejo y que creo que volveré a retomar más adelante.
      Mirella, nuevamente, es muy reconfortante tener un comentario tuyo (en argentino) con tantos elogios, hecho a conciencia. Me encuentro satisfecho porque siento que te ha gustado. Sentíte como en tu casa y tomate todo el tiempo que necesites para leer y comentar. Será para mí un placer que vuelvas por aquí. Te mando un gran saludo.
      Ariel

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    2. Sí, efectivamente, escritora. Ya encontré tu blog, me interesa. Voy a estar por allí a leer tus cosas.
      Ariel

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