El embarcadero




Me siento en el muelle con las piernas colgando para observar el vuelo de las gaviotas mientras el crepúsculo lastima la corriente del río. 
El aire está helado…, quieto. 
Pienso en vos. 
Dijiste: «Vuelvo». 
Y aunque confío en la palabra, no olvido el abrazo de hielo que me regalaron tus ojos azules en la despedida. 
No sabría decir cuánto hace que te espero. 
No sé si el calor de tu vientre todavía está dispuesto, no sé si guarda siquiera un resto de amor para ofrecerme. 
El silencio de tu ausencia me acerca al tormento de los moribundos, destinados a la muerte sin remedio, mientras el esplendor del cielo muerde el borde del espejo niquelado del río. 
Los trinos fallecen entre las ramas de los nidos, en las sombras vegetales del follaje de los ceibos, sobre la ribera. 
No puedo más. 
Me inclino hacia adelante buscando abrigo en lo profundo.



Este microrelato fue publicado en la revista digital Vestigium (MEDIUM, abr. 2019).