Los tres puntos de la eternidad



Un día me muero.

Lo primero que siento es la extrañeza de haber perdido la solidez y el peso de la materia del cuerpo. No veo féretro ni sepulcro.

María, empiezo a sentir tu ausencia.

No estoy acostumbrado a esta liviandad y albergo solo recuerdos mínimos. El pasado se contrae, vacila y se libera de las ataduras impuestas por la rigidez del tiempo. La memoria se torna amorfa como un fluido sin recipiente de modo tal que se convierte en una pequeña bruma de inmediatez. 

Ya no parece inmutable y eso me da miedo. 

Sumergido en la duda pienso que tal vez mi existencia pueda ser revisada lo cual me lleva a una inestabilidad emocional insoportable. No quiero que ni la ternura de tu compañía ni la tersura de tus hombros desnudos se disipen abandonados en la oscuridad del olvido.
 
María, vos sos parte de mi pasado. 

No quiero perderte.

Además, el presente adelgaza su acontecer hasta anularse. Me expulsa hacia el futuro en esta novedosa manera de ser y siento el vértigo en medio de semejante incertidumbre. Me doy cuenta de que no puedo siquiera manejar con meridiana soltura la velocidad de las emociones. 

Y también me faltan las palabras. 

No puedo decirte aquellas frases insensatas que tanto me gustaba, como, por ejemplo: «anoche soñé angustiado porque te acercabas demasiado al sol sin que yo pudiera evitarlo» o, «cuando estoy con vos el cielo y el río son tan parecidos que no sabría decirte si estoy cabeza abajo».

Un día me muero y me pasa esto, María. 

Y al menos, por ahora, es inevitable.



Este relato fue publicado en la revista literaria Vestigium (MEDIUM, n
ov. 2019).

20 comentarios:

  1. Np se por qué tu entrada me ha recordado la novela "La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera. Y es que debemos plantearnos si la levedad es lo más deseable, teniendo en cuenta que cuando una persona sufre es cuando vive intensamente su propia existencia. Además, dado que todo en la vida ocurre una sola vez, les aporta ese tinte de levedad.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Aunque sea un atrevimiento a la especulación y un casi sin sentido para la reflexión no puedo dejar de pensar acerca de lo que quedará, si es que queda algo, una vez dejado el cuerpo a un costado del camino.

      Borrar
  2. "...Polvo serán, mas polvo enamorado", decía Quevedo. Un relato triste y dolorido, muy melancólico que emociona sin remedio. Precioso, Ariel.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Marta, me encantó lo de "polvo enamorado", suena muy bonito.

      Borrar
  3. Tiste y hermoso, claro que no estamos acostumbrados a la liviandad ya que vivimos inmersos en lo concreto, lo palpable. Aquí todo es intenso, incluso lo monótono, lo que llamamos rutinario y que, sin embargo, está lleno de vida... después no sabemos qué nos deparará la eternidad. Solo hacer conjeturas, escribir.
    Un abrazo, Ariel.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Escribir nuestro pensamiento en forma de palabras y ofrecer la ocasión para comunicarnos, esperar una respuesta, recibir una idea que enriquezca el intercambio, decirlo ahora porque lo que viene después no lo sabemos.

      Borrar
  4. Y después de la muerte, queda el amor. Esta es la primera frase que me ha venido a la cabeza cuando he leído tu texto. Tu texto, que no sé si calificarlo de prosa poética o de poesía en prosa, tan bello me ha parecido. Me ha suscitado una sensación de paz y de esperanza. Creo que no hay muchos escritos que homenajeen al amor tan bien como tú lo haces.
    Gracias.
    Un beso muy grande

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Sería maravilloso, Ana, algo intangible como el amor sería lo mejor que nos podría pasar en ese porvenir desconocido porque indicaría que no nos serían robadas las emociones. Un beso.
      Ariel

      Borrar
  5. Profundo texto, muy poético, que oculta una indagación acerca de lo desconocido. Es lacerante en su sencillez y también en el sentimiento que involucra al protagonista. Muy bueno Ariel ¿Habrá amores eternos?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. La respuesta a la pregunta comienza por la aceptación acerca de la propia eternidad, lo cual es algo personal y una cuestión de fe que no pasa por la conciencia. A mí me resulta sencillo pensar en mi propia muerte. Me resulta muy fácil imaginar que más allá recuperaré los amores pasados, los actuales y, además, los que no pudieron ser y los que vendrán. La sumatoria de todos ellos, creo, conformará algo que se acerca a la idea del amor eterno.

      Borrar
  6. Querido Ariel, ya había leído por encima tu texto (no se merece ese tipo de lectura), pero no siempre se tiene el estado adecuado de ánimo para sumergirse en él. Cuando las circunstancias personales te lo impiden por la pérdida de alguien querido, se hace difícil leerte desde la serenidad, pues arañas por dentro y nos haces cuestionarnos lo más esencial. Así que lo guardé unos días y ahora y lo he leído con cuidado y calma.
    Nuestra amiga Ana Madrigal afirma que queda el amor, estoy con ella.
    ¡Qué bien escribes Ariel!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Como no tenemos registro de lo que ocurre después (y quizás por eso precisamente) podemos reflexionar solo acerca de la muerte de los demás. El modo de procesar el dolor cuando se trata de alguien querido es notoriamente diferente para cada uno de nosotros. De todas maneras: ojalá que siempre nos quede el amor, Isabel, aun después de que el esplendor se marchite.

      Borrar
  7. Por ahora, siempre todo puede cambiar si tienes el dinero suficiente o si el descubrimiento no sólo llega a tiempo sino que también es útil para dar beneficios al dueño de la patente...

    Saludos,

    J.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Por cierto, pensar en los "logros" de las nuevas tecnologías nos lleva a esos confines de la especulación.
      Un saludo, José.

      Borrar
  8. Hola, Ariel.
    Profundos y bellos sentimientos, ¿qué nos queda cuando ya no estamos? El amor, este se sostiene y se alimenta de su recuerdo. Esa es la única brecha que no se puede ocultar.
    Muy bonito y sentido.
    Un beso.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola, Irene, aunque no tengo evidencia, algo en mi interior se inclina para el lado de la persistencia del amor, tal como tú dices. Un beso!

      Borrar
  9. A veces los amores son eternos y tu lo escribes tan poético y bonito que dejan huella. Me encanta como escribes y hay que profundizar a veces para saborearlo mejor. Lo leí dos veces. Un abrazo.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Mamen, me alegra que lo hayas leído dos veces. Es muy lindo pensar que el amor persiste aun luego de la muerte. Otro abrazo para ti.

      Borrar
  10. ¿Qué hay más allá? ¿Conciencia del estado actual? ¿Recuerdos del estado anterior? Los poetas de tu calibre nos hacen reflexionar sobre ese momento que todos deberemos transitar.
    Admiro tu prosa.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Toda pregunta es válida y valiosa ya que ignoramos todo lo que está del otro lado. Un día crecemos y empiezan a caer los interrogantes y reflexionamos cada vez con mayor interés y, quizás, con mayor frecuencia sobre este tema.

      Borrar